miércoles, 5 de septiembre de 2012

El año de la confusión




Tomboy. 

Si, eso es, Tomboy, y punto;
nada de Johnboy y su estrafalario club, al menos por esta vez.

Un film francés, que, como era de esperar, mima mucho la puesta en escena. Y la iluminación, sobre todo, la iluminación:la fotografia es total, y el ambiente, y cómo se adapta a las condiciones a la hora de filmar, de contar. 
 Desde el baile de ballet, que con ímpetu, interpreta el pequeño ente de rizos, aún sin responsabilidades, pero ya con las ideas claras acerca de lo verdadero y lo falso, hasta el partido en la pista, y la trepidante huida hacia el bosque para evitar una anágnorisis- de la que, a partir de aquí, empieza a temerse una horrible reacción por parte de ella, la amiga-.

La escena de la cama es de las mejores, y de las más bonitas.
Sin decir nada, se dicen de todo. 
Ojos dulces y miradas risueñas, y la sábana, y sus rizos, y su atrevimiento. Osado...

La película trata sobre un tema difícil en una edad de inmadurez. 
Es dificil dar más pistas si no quiero desvelar nada, y no quiero; 
me gusta ver películas sin tener ni idea de que van, así, para quién opine lo mismo, prefiero obviarlo, y así le resulte más especial y conmovedor.

Me gustó mucho, realmente, sí, una muy bonita película que hace una estupenda  captura de la explosiva espontaneidad infantil. 

Os encantarán los actores.

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