lunes, 27 de diciembre de 2010

Asqueada escribo

Que me dan igual todos los comentarios burdos que sea capaz de articular; me da pena realmente que no sea, usted, capaz de ver las cosas como son. Hágase con una máscara más potente de irrealidad, si eso es lo que desea, porque la que lleva parece que no cumple de manera idónea con su objetivo, sí, el de aislar.
Que la verdad del mundo está por descubrir, y no voy a ser yo quién se lo encubra, condescendiente de mí!
Que la pútrida bazofia que sale de los altos mandatos intoxica -más- a los pueblos, a los habitantes de este sitio al que llamamos mundo, y que algún día se cansará de aguantar tanta manipulación.
Que debería plantearse, cuando todo lo demás falle, si realmente la esclavitud ha sido erradicada. Sorprendentemente, descubrirá lo contrario, y además, se dará cuenta de que se mantiene incorporada en más sitios de los que pensaba, como si fuese lo natural.
Que, realmente, y disculpe la redundancia, todos somos esclavos del sistema, es una realidad inherente a la de cada uno de nosotros. Y nuestra fuerza colectiva no es ni por asomo arma letal para derribarlo, y ojalá estuviese mintiéndole!


Esperando no haberle entretenido demasiado, concluyo aquí mi, quizá, estúpida diatriba sobre la que espero, sea capaz de reflexionar al menos un rato en su vida fácil y resuelta.
Y recuerde, no con ello me haría un favor a mí: se lo haría a millones de almas puras e inocentes que piden justicia a gritos ahogados por la desgracia ajena. Es demasiado, ya no pueden hacer más.
Concédales esa pequeña tregua.

1 comentario:

Demián dijo...

Pensaré, reflexionaré y concluiré que lo putrefacto es inherente al desarrollo de la flor. Un todo sin extremos.
Buen post. Un beso